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Bitcoin: su valor real es $0

¿Cuánto vale un Bitcoin? Muchas veces cuando alguien se entera de que invierto en bolsa y otros activos financieros surge la pregunta: ¿inviertes en Bitcoin? La respuesta es un rotundo NO siempre precedido de una horrible mueca de asco y fastidio. No entiendo por qué en el imaginario popular, la bolsa y sus derivados quedaron reducidos a la categoría de casinos para pubertos.

Dejemos algo claro: en este mundo existen los apostadores, los traders y los inversionistas. Yo pertenezco a este último grupo y me lo tomo muy en serio. Para invertir en bolsa hay que estudiar y mucho. No basta leer un libro de Peter Lynch para salir a vencer a Wall Street. Las cartas de Warren Buffett tampoco contienen lo necesario para mantener una rentabilidad constante; contienen, eso sí, lo necesario para parecer un experto en Twitter y venderle cursos a los incautos. Sinceramente no puedo imaginar un trabajo más difícil que invertir en bolsa. En este trabajo usted es el único responsable y por más que lo intenté nunca podrá culpar a otros de las decisiones estúpidas que tome.

TRADERS Y APOSTADORES.

Junto a traders y apostadores en una misma categoría aunque no sean lo mismo. Los traders son apostadores con técnica y algo de fundamentos mientras que apostador es cualquiera que tenga al menos un dedo para darle click a los botones de compra y venta. También pueden darle click con la nariz pero es un poco más incómodo. Sin embargo, y si bien no son iguales, unos y otros tienen en común un delirio: la vana ilusión del dinero rápido. No hay tal cosa. Si algo nos ha enseñado la experiencia acumulada por los grandes inversionistas es precisamente que la relación es directa: a mayor tiempo, mejores resultados. Claro, siempre y cuando la elección haya sido acertada pero esa es otra canción.

No me quiero extender mucho en esto porque pienso hacer un post más detallado sobre el tema pero diré que los inversionistas analizamos a fondo una compañía, esto es su pasado, su presente, su patrimonio, sus deudas, su gobierno corporativo, su competencia, sus resultados en el tiempo, sus múltiplos, sus proyecciones, sus amenazas y un largo etcétera al que llamamos análisis fundamental. Los traders, por su parte, analizan el precio del activo que no es otra cosa más que el sentimiento inmediato del mercado. Valiéndose de algunos indicadores intentan predecir los siguientes movimientos del activo y con base en ellos toman sus decisiones. A esto le llamamos análisis técnico. Los apostadores por su parte se encomiendan a la Virgen de Guadalupe y que sea lo que Dios quiera. Total un activo solo puede hacer 3 cosas: subir, lateralizarse o bajar.

LA FARSA DE LAS CRIPTOMONEDAS.

Las criptomonedas o criptobasura son una realidad y, por mucho que se adviertan sus peligros, se van a quedar entre nosotros. En mi país dicen que primero se acaba la aguamasa que los marranos y es cierto. Siempre habrá un tonto dispuesto a comprar los pedos embotellados del caballo de Alejandro Magno.

Pensemos algo: cuando usted compra una acción de Coca Cola usted está comprando una pequeña fracción de una empresa real; una empresa que tiene patrimonio, activos, ingresos, egresos, pasivos; unos resultados comprobables y, en la misma proporción adquirida, en caso de haberlos, usted será merecedor de los beneficios. Por otra parte, ¿qué obtiene cuando compra Bitcoin o cualquier otro embeleco digital? No obtiene absolutamente nada. Los chicos hipermegadisruptivos que usan avatares con rayos láser que salen de sus ojos dicen que compran la tecnología que está detrás del proyecto pero eso no es cierto. Una cosa es la Blockchain con sus múltiples usos y aplicaciones y otra cosa son los pseudoactivos que le colgaron a la tecnología. En realidad cuando usted compra una criptomoneda o una fracción de la misma lo que está adquiriendo es la ilusión de que pasado un tiempo, otro tonto, uno más tonto que usted, le pague más por esa nada. Es oferta y demanda básica, emocionalidad pura pero con un tulipán que no vale nada porque no resuelve nada y lo más importante: que no tiene el respaldo de ningún activo subyacente. ¿Es tan difícil de entender?

Los más acérrimos y enconados defensores de esta tontería juran que las criptotonterías van a cambiar el mundo desbancando al dinero Fiat y enviando a la indigencia a los malvados banqueros que mastican fetos mientras cuentan sus inmensas fortunas. Tampoco hay tal. En el mejor de los casos, las criptomonedas seguirán siendo usadas en transacciones ilegales como pagar extorsiones o en la venta de drogas, armas y contenidos repugnantes en la Dark Web. ¿Usted vendería su casa por Bitcoins? Yo no.

Durante un tiempo le seguí la pista a estos pseudoactivos y sus proyectos con el fin de entenderlos y hacerme un juicio serio y sin apasionamientos sobre ellos. Recuerdo en particular uno llamado Cardano y su moneda ADA. Mi intención no era comprar ninguna cripto, solo entenderlas un poco. La verdad es que en lugar de comprar un ínfimo satoshi prefiero meterme a una crack house y fumarme hasta el último dólar. Es más sano. Lo que me llamó la atención de Cardano era el entusiasmo febril (y pueril) que mostraban sus promotores. Según ellos, la red Cardano era la quintaescencia tecnológica del siglo. Con ella sería posible eliminar la burocracia, la censura, bajar los costos de los contratos (smart) y un sinnúmero de cualidades que nos llevarían a vivir en un mundo feliz (pero como el de Huxley). Y funcionó: $0,2; $0,5; $1; $1,5; $2,5; ¡$3! Y como era de esperarse, algunos tiburones se hicieron muy ricos gracias a los chicos rebeldes y disruptivos elegidos por la providencia para cambiar el mundo. Primero los hacen subirse apelando a su idealismo infantil y después los dejan atrapados arriba. Hoy vale $0,3 y se acerca a su valor real: $0.

No importa si Bitcoin y las demás criptoboberías suben a $100.000 o bajan a $10. Ese sería el precio de la papa caliente, no su valor. Independiente de su precio su valor real es $0 y su utilidad es estrictamente especulativa de forma que no le llamemos invertir a participar en ese peligroso jueguito.

Para terminar veamos qué piensa Peter Schiff de este asunto. Como deben saberlo, este inversionista y asesor ha demostrado ser muy acertado en sus pronósticos y apreciaciones. Hasta la próxima y ¡HODL!