La Web 3.0

Todo evoluciona e Internet no es la excepción. En 1989 nacía la World Wide Web, también conocida como Web 1.0. Desde entonces todo ha ido escalando —no siempre para bien—. De esa primera web, que en mi opinión es la mejor, queda muy poco. El contenido estático dio paso a la tediosa interacción característica de la Web 2.0. Ahora estamos ad portas de presenciar el advenimiento de una nueva forma de interactuar con el mundo. ¿Podrá la Web 3.0 corregir los entuertos de su predecesora?


Web 1.0.

La Web 3.0
Netscape, 1994.

Fue quizás la mejor época de Internet. Es cierto que la velocidad era una mierda pero los contenidos eran más livianos. Hasta el sonido del módem conectándose era encantador. La Web 1.0 era de solo lectura y unidireccional. Maravilloso. ¿Qué necesidad de interactuar? Si quería aprender sobre sexualidad de aves de corral simplemente buscaba, leía, descargaba o imprimía. No había nada que discutir, era información sin más. Este sitio es un ejemplo perfecto de la Web 1.0.

Al principio solo un puñado de instituciones académicas y científicas publicaban sus trabajos pero el crecimiento fue rápido y exponencial. Para 1994 ya había más de 10.000 sitios en línea y para 1.996 la cifra ascendía a 200.000. Esto fue antes de la fiebre, la burbuja y el desastre de las punto com. Los sitios los hacíamos en Macromedia Dreamweaver, página por página, y los subíamos al servidor por FTP.


Web 2.0.

Web 3.0A finales de los 90 comenzamos el ascenso a la Web 2.0. Al principio era estupenda. Aparecieron los foros, los blogs y un incipiente comercio en línea. Lastimosamente, también aparecieron las grandes corporaciones que hoy lo controlan (casi) todo.

Con el nacimiento de estos pulpos nacieron también las redes sociales y, con ellas, los billones de imbéciles que las frecuentan y se embrutecen en ellas. Internet, la herramienta creada para transmitir el conocimiento, se convirtió en una cloaca infecta.

No todo ha sido malo. Sacando de escena a las Redes Sociales, hoy la Web y sus aplicaciones nos hacen la vida más fácil. Las aplicaciones bancarias, los servicios de transporte y las tiendas en línea hacen parte de esta evolución. Unas son de cal, otras son de arena.


Web 3.0.

La Web 3.0La Web 3.0 ya está aquí. Es la Internet descentralizada. Nació en 2008 con la Blockchain de Bitcoin pero comenzó a gatear en 2015 con Ethereum. Algunos ya la conocemos pero la exploramos con cautela como quien entra a un río caudaloso. Su implementación no será rápida pero será. No puedo ser optimista. Sé que millones se quedarán para siempre en la 2.0 porque aparentemente es gratuita. Ellos creen que la cloaca más puerca es gratis. ¿Quién podría educarlos? Yo no.

La Web 3.0 le devuelve al individuo los derechos que le regaló a las grandes corporaciones. La privacidad es uno de ellos. En esta nueva era, Internet estará al servicio del usuario y no al revés. Los gobiernos, los bancos, las grandes corporaciones y las agencias perderán terreno. No es cierto que vayan a desaparecer, eso es paja, solo perderán un poco del terreno que en mala hora les dejamos ganar.

Algunos creen que la Web 3.0 comienza con el Metaverso. Eso no es cierto. A mí no me hace ni cinco de ilusión el Metaverso ni nada que sea construido por esos malparidos. Lo que me seduce de esta propuesta en desarrollo es el control que me da. En esta nueva era mis datos son míos, tienen valor y yo recibo algo por ellos. El navegador Brave, por ejemplo, nos paga con tokens por usarlo. Si un contenido me gusta puedo dejarle a su creador una propina con los mismos tokens sin pasar por el banco ni por Hacienda. Aquí no hay intermediarios parasitando.

Hablar de la Web 3.0 es hablar de Aplicaciones Descentralizadas o DApps. Estas son aplicaciones y sitios web que corren en nodos distribuidos. Lo opuesto a lo que nos ofrece la 2.0 con sus autoridades centrales. ¿Puede entender la diferencia entre la Web 3.0 y el Metaverso del amo Mark? Las aplicaciones descentralizadas, al correr en nodos distribuidos, no necesitan permiso de nadie, escapan a la censura y son más seguras al no tener puntos de fallo. Si un nodo sigue en línea, la aplicación sigue en línea. La única forma de tumbar una aplicación que corre en una cadena de bloques es apagando Internet.

la Web 3.0Otros actores de la Web 3.0 son los contratos inteligentes o Smart Contracts. Estos contratos son programas que se alojan en la cadena de bloques y se ejecutan cuando se cumplen ciertas condiciones. Tienen muchísimas aplicaciones y muchísimas ventajas pero la más importante, de nuevo, es la eliminación del intermediario. ¿Habrá algo más anacrónico que un notario? Todo esto ya está sucediendo y es maravilloso. Sé que llegará el día en que podamos transferir el dominio de propiedad de un bien tangible sin el concurso de los parásitos. Aún no estamos ahí pero vamos a estar. O van a estar.

Ya existen redes sociales descentralizadas como Twetch donde los usuarios ganan dinero con su contenido. Es algo que no me interesa pero es mejor que la porquería invasiva de Facebook, Twitter e Instagram. También hay una alternativa descentralizada a YouTube llamada LBRY. El LinkedIn libre se llama Entre y el Soundcloud de los artistas 3.0 se llama Audius. Todos estos servicios tienen en común que, si es el usuario quien alimenta la red con su conocimiento, debe ganar algo por ello. Su tiempo y su conocimiento tienen valor en la Web 3.0.

Esta [R]-evolución tecnológica apenas comienza y es mejor conocerla. En la zona de Descargas hay algunos libros que les pueden ayudar con ese propósito.

Categorías: G33ks, Libertario, Minimalismo
J. Inversor

Escrito por:J. Inversor Otros posts del autor

Hackear es un acto noble y altruista porque trae a la existencia la multiplicidad inagotable de todos los códigos, sean naturales, sociales, computacionales o poéticos.