Las personas no pueden parar de tomarse fotos. Están convencidas de que sus maravillosas vidas deben ser documentadas al segundo. No quieren privar a las generaciones futuras de su invaluable registro histórico. No basta con que sus seres queridos se enteren del suceso, todos, conocidos y desconocidos, también deben saberlo. No importa el peligro que corran, por una selfie vale la pena. La privacidad y el narcisismo no suelen coexistir.
No son pocos los casos de ladrones que han caído por tomarse fotos con el teléfono que acaban de hurtar. Otros, menos brillantes que los anteriores, caen pero al vacío tratando de inmortalizar un momento común y corriente. Inmortalizar, qué paradójico. Es decir, a ese acantilado ya le tomaron 230 millones de fotos. ¿Acaso usted lo descubrió? ¿Para qué correr el riesgo? Además, el paisaje se ve mucho mejor sin usted.
Tal vez Alejandro Magno y Cristóbal Colón tenían razones de sobra para hacerse selfies pero usted, defnitivamente no. Ellos descubrieron nuevos mundos, usted no. Usted, en el mejor de los casos, es capaz de encontrarse el culo con las dos manos. Si al lado de La Gioconda aparece usted, es porque usted no admira el arte, solo se admira a usted mismo. Y créame, no hay motivos para hacerlo.
Al igual que en el mito griego de Narciso, el bobalicón moderno (ni tanto) se queda absorto ante su inefable belleza. No puede contenerse. El mundo merece disfrutar sus atributos pero, eso sí, deben ser agradecidos y hacerle saber que su belleza es admirada. En caso de no recibir la admiración deseada, en forma de likes u otras interacciones igualmente ridículas, el joven Narciso contemporáneo se lanzará a las aguas del mismo pozo séptico donde se enamoró de su reflejo. Y morirá ahogado en ñola.
¿Qué tanto podremos saber de una persona por una Selfie? Me gustaría hacer ese ejercicio. El resultado será variable dependiendo de qué tan enfermo esté el paciente. Los enfermitos agudos documentarán una que otra cosa. Serán más difíciles de investigar. Los crónicos y desahuciados, por su parte, se asegurarán de entregarlo todo en bandeja de plata.
El experimento.
Voy a usar las fotos que una persona subió a la red social X. No estoy cometiendo ningún abuso ni violando su privacidad. Ella subió voluntariamente sus fotos. Bueno, voluntariamente no, su compulsión por obtener admiración gratuita la llevó a hacerlo. Como sea, fue ella quien las puso allí a la vista de millones de fisgones. El username de esta persona en X no es su nombre real, por lo que, a partir de sus selfies, intentaré darle una ubicación y una identidad.
La primera foto es como la que vemos en cualquier perfil. Un día de relax cualquiera en un lugar agradable al aire libre. Puede ser aquí o allá. Para buscar la ubicación usaré Lens, una aplicación de Google. Nótese que no busco a la persona sino su entorno. Si se busca la persona, la aplicación nos mostrará a otras personas en una posición similar, con ropa similar o con facciones similares. Lo que me interesa ahora es ubicar, solo ubicar.
La aplicación me sugiere que esa foto fue tomada en el Centro Comercial Los Molinos en Medellín. Abro una de las imágenes sugeridas y en efecto es el mismo lugar. El mismo mobiliario, el mismo piso de césped sintético, los mismos cordones de bombillos y al fondo una construcción muy similar.
Para cerciorarme, abro un video que me sugiere Lens y lo corroboro. Sin duda alguna, esa foto fue tomada en el Centro Comercial Los Molinos en la ciudad de Medellín. Pero uno puede tener fotos en muchas partes sin vivir allí. Por eso, la investigación debe hacerse sobre varias fotos, ojalá subidas en diferentes tiempos. Meses o años, cuanto más separadas, mejor.
Por fortuna para la inteligencia de fuentes abiertas (OSINT), las selfies son como la heroína y, una vez el enfermito empieza a recibir likes, no puede parar de hacerlo.
La siguiente foto que encontré de esa persona no era muy valiosa. Fue subida con unos días de diferencia pero, se ve que usa la misma ropa así que seguramente fueron tomadas al tiempo. En caso de ubicarse en Medellín, que es lo más seguro, no será suficiente para concluir que allí vive. Sin embargo hay que hacerlo.
En efecto la foto fue tomada en Medellín. Exactamente en el parque de las luces. Se podría dudar del marco temporal porque, aunque usa la misma chaqueta y un jean parecido, los zapatos son diferentes. Para salir de dudas debo buscar fotos más antiguas y ubicarlas. Es cuestión de seguir bajando.
No me miren mal. Fue ella quien hizo pública una foto de su hijita. Yo la distorsioné para proteger la privacidad de la menor. Según Lens, la estatua obedece al busto de Joaquín Antonio Uribe. Este busto se encuentra en el Jardín Botánico del mismo nombre en Medellín. Una vez más Medellín. Y esta foto sí es valiosa porque fue compartida mucho antes que las anteriores. Si la siguiente foto también la ubica en Medellín, asumiré que esa persona vive allí y seguiré adelante con la investigación.
Otra vez Medellín. Esta vez se trata del Café Istana ubicado en el local 1158 del Centro Comercial Premium Plaza. En las fotos analizadas se aprecian cambios en la persona. El color de pelo, por ejemplo. Eso me da más seguridad. No se trató de una visita a la ciudad. Para mí, la persona investigada vive en Medellín o en sus alrededores.
Darle un nombre.
Ya tengo la ubicación pero ahora debo conseguir el nombre de esa persona. Este paso no lo voy a documentar a fondo. No todo se debe mostrar. Basta decir que para ello utilicé a los rusos y su motor Yandex. Una vez allí probé con varias imágenes subidas por la persona. Una de ellas, una foto grupal, me llevó al perfil de un usuario de Facebook y, a partir de allí, solo fue necesario unir puntos. Cuando una persona A, etiqueta a una persona B, la persona B ha perdido toda su privacidad, si es que la tenía. No importa si ese usuario B tiene sus cuentas privadas, la etiqueta puesta por A lo expone al mundo.
El nombre de esta persona me llevó a sus otras redes sociales. Ahora sé que nació un día de mediados de agosto de 199X, que se dedica —según ella— a la creación digital y, que como todos en su rubro, originalísimos y profundos, piensa que «apreciar los pequeños detalles de la vida pueden llevarte a un resultado extraordinario»… Palabras de ella. Yo nunca diría algo así porque mis cromosomas son pares. 46, creo.
La ubicación de las fotos que mostré (más otras que no subí), me permitió trazar una ruta en el Valle de Aburrá. Tal vez sea una ruta de uso común o solo se trate de visitas casuales. Esta fue una investigación muy superficial que tomó poco tiempo. No tengo ningún interés en esa persona. Solo utilicé herramientas gratuitas en línea. Pude correr algunos scripts como Sherlock para encontrar más cuentas; tal vez Spiderfoot y hacer una investigación más profunda. Ni siquiera le pasé la Exiftool a las fotos para extraer sus metadatos. Con lo que me dieron los buscadores fue suficiente.
La idea no es vulnerar la privacidad de nadie. Eso lo hacen los usuarios solos. Para eso no necesitan ayuda. El propósito de esto es que sean conscientes del riesgo que implica renunciar a su privacidad. Todo comenzó por una selfie y en poco tiempo obtuve más de lo que puedo mostrar aquí. Para esto no se necesitan grandes habilidades. La verdad es que si yo pude, cualquiera puede.