No son estoicos, son imbéciles

Se puso de moda el estoicismo entre los mamarrachos de Internet. El espectáculo no podría ser más lamentable. Legiones de tontos cabezashuecas repitiéndose unos a otros que son algo que desconocen por completo. Mediocres e ignorantes bobalicones consumidores de autoayuda creyéndose que hacen parte de la última escuela griega. No, malparidos eunucos, ustedes no son estoicos, son imbéciles.


El verdadero estoicismo.

El verdadero estoicismo tiene alrededor de 2.300 años. Contrario a lo que deben pensar la mayoría de soretes que naufragan en las mefíticas y cenagosas aguas superficiales de las redes sociales, el estoicismo no lo inventaron personajes como Llados Fitness, Dallas Review, Salomundo o La Liendra.

La escuela estoica fue fundada por Zenón de Citio y su nombre proviene de la Stoá poikilé, un lugar ubicado en el extremo norte del Ágora de Atenas que era donde los primeros estoicos se reunían a filosofar. Zenón primero fue cínico, discípulo de Crates, y por ello el estoicismo recoge algunos elementos de esta escuela como la vida frugal. Sin embargo, Zenón abandonó el cinismo tras concluir que esta filosofía no permitía crear un plan de vida satisfactoria. Luego, se paseó por las escuelas platónica, aristotélica y megárica pero ninguna de estas escuelas satisfizo sus expectativas por lo que acabó creando su propia banda.

El párrafo anterior nos dice dos cosas muy importantes. Primero, que el estoicismo es un plan de vida y, segundo, que esta filosofía no toma el nombre de su creador como la aristotélica, o la platónica, por ejemplo, pues rechaza el culto a la personalidad, todo lo contrario de los imbéciles snobs que hoy dicen representar el estoicismo y que se ven a sí mismos como deidades.

Si bien Zenón de Citio creó la escuela, fueron sus discípulos Cleantes de Aso y Crisipo de Solos quienes se echaron la idea al hombro, crearon el canon y divulgaron las enseñanzas de su mentor. ¿Y cuáles eran esas enseñanzas? Muy sencillo. Los estoicos creían que era posible alcanzar una vida plena sin perseguir la fortuna, los bienes suntuosos, el placer vacío ni la fama. Precisamente lo opuesto a lo que piensan los cerotes actuales que dicen representar el estoicismo. Todo en ellos es tan frívolo…

La escuela estoica siguió creciendo gracias a pensadores como Diógenes de Babilonia, Antípater de Tarso y los Catones (el viejo y el joven). Después, cruzó fronteras y llegó a Roma donde fue bien recibida al punto de convertirse en la principal doctrina de la élite. Lo que hoy sabemos del estoicismo es en mayor medida de cosecha romana pues de los escritos de los pioneros griegos apenas se conservan algunos fragmentos. Roma produjo estoicos de la talla de Séneca, Epicteto (quien era griego pero vivía en Roma quizás porque era nómada digital…) y del emperador Marco Aurelio, entre otros.

Como todo se acaba, por los años 200 (después de Cristo el estoico), la doctrina entró en decadencia y con el tiempo fue reemplazada por el neoplatonismo y por las imbecilidades mágico-religiosas que hoy les venden como espiritualidad. Empero, no desapareció del todo e influyó en el pensamiento de autores más recientes como Kant, Erasmo de Rotterdam, Montaigne, Descartes y Calvino entre muchísimos otros.

Sabiendo esto, por favor dígame con toda sinceridad: ¿a usted le parece que esos hijueputas alcornoques de las redes sociales están al nivel de Kant o de Marco Aurelio? Podría convenir en que se encuentran al mismo nivel de lo que salía del tubo digestivo de don Marco pero hasta ahí.


No son estoicos, son imbéciles.


Estoicos del siglo XXI.

La generación que pretende explicarnos el mundo con videos de TikTok deformó los principios estoicos para hacerlos entrar a empujones en su precario discurso infantil y bobalicón. Conocimiento, templanza, justicia y coraje quedaron convertidos en ignorancia suprema, facilismo, ventajismo y cobardía. La gentuza que se toma fotos sacando la lengua dando cátedra de vida y pretendiendo ser el ejemplo a seguir. Todo mal.

Los estoicos decían que debíamos afrontar las  vicisitudes con fortaleza y ecuanimidad. Estos imbéciles de ahora entendieron que debían contarle al mundo que su gran aporte a la humanidad es que madrugan a trotar. No, cretinos. Primero, que no es una tragedia madrugar a correr salvo que sea porque los esté persiguiendo un guepardo y segundo, que su única motivación para hacerlo es mejorar su composición corporal para tomarse más selfies.

El supuesto estoico contemporáneo, discípulo de Amadeo Llados, de La Liendra o de Westcol, no quiere ir al Prado o al Louvre porque le interese enriquecer su intelecto. De ninguna manera. Su única motivación es tomar(se) muchas fotos con las cuales presumir durante meses o años frente a los otros primates de su Facebook. Lo mismo les da el Museo del Prado que el estadio de fútbol porque lo mismo les da posar frente a Las meninas que posar frente a un hijueputa balón.

Los estoicos reales eran indiferentes a los bienes materiales. No los consideraban ni buenos ni malos y solo eran importantes en la medida que sirvieran a un propósito superior. Estos payasos patéticos de ahora compran un pocillo y corren a presumirlo en redes sociales; alquilan autos de lujo y yates para parecer ricos y tienen los carretes de fotos de sus teléfonos llenos de selfies.

De música no saben nada. Solo consumen ruido, cacofonías, entretenimiento barato, lo que esté de moda. De literatura ni hablar. Si acaso algo leen será autoayuda: El poder del ahora, Hábitos atómicos, Tuz zonas erróneas… Palabritas bonitas, humo, pienso masticado para bebitos impedidos. Basura. Nunca un clásico. ¿Molière? ¿Quién? ¿Rabelais? ¿Ah? ¿Dostoyevsky? ¿Dostoqué?

Los estoicos eran sencillos, sobrios, frugales, moderados, justos, generosos, austeros… Estos gusanos en cambio son ordinarios, ostentosos, chafarotes, malhablados, vulgares, zopencos, ignorantes, mentirosos, egoístas, mezquinos, impostores, avaros, estafadores, grotescos, fanfarrones, atarvanes, ceporros, cerriles, descerebrados, necios, torpes, burdos, gaznápiros, lerdos, majaderos, malparidos, palurdos, petimetres, tarados, sonsos, tarúpidos, pendejos, mediocres, facilistas, cabrones, majaderos, indelicados y pelmazos. Si Antípater de Tarso viera a un payaso como Llados, o a cualquiera de sus lamentables apóstoles, haría una soga con su bata y se colgaría sin dejar siquiera una nota.

Esa palabra, estoicismo, no debería estar en la boca de esos payasos tragicómicos. Les queda grande, no les encaja. Por fortuna para todos, esta moda del estoicismo también pasará y vendrá otra. Vaya uno a saber cuál será la siguiente. Ojalá fuera el nihilismo: que todos esos mentecatos superficiales le hicieran caso a Cioran y se mataran. Sería muy lindo (y muy higiénico).

Categorías: Personal, WTF!
J. Inversor

Escrito por:J. Inversor Otros posts del autor

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