El mundo está habitado, en su gran mayoría, por imbéciles incorregibles. No sorprende que a pesar de toda la buena información que tenemos gratuita y a la mano, sigan cayendo en las idioteces infantiles de los vendedores de ilusiones. En mi país cita un adagio popular que primero se acaba la aguamasa que los marranos. Tomémonos un momento para hablar de los vendehumos (y de su brillante y nutrida audiencia).
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¿Por qué no hago trading?
Si estuviéramos en un café podría responder esa pregunta de forma muy escueta y pasaríamos al siguiente tema sin siquiera darle importancia al asunto. ¿Por qué no hago trading? Porque es un mal negocio. Pero como no estamos en un café —ni siquiera somos amigos— supongo que debo justificar mi respuesta con medio kilómetro de obviedades. Pues bien, si eso es necesario para persuadirlo de caer en esa tontería del trading, hagámoslo.