El año pasado le di una patada en el culo a Gmail y adquirí un servicio de correo seguro (de pago). Mucho antes había eliminado mi presencia en redes sociales y, al día de hoy, mi huella digital es mínima. Ahora es turno de decirle adiós a MacOS, un sistema operativo tanto o más invasivo que el espantoso Windows.
Este será un post corto pues no hay mucho por decir. Simplemente eliminé la manzana podrida de mi laptop. Ni siquiera es el laptop de uso diario pero ya me molesta sobremanera el software privativo. Habiendo tantas opciones buenas no tiene sentido seguir usando lo peor de la tecnología.
Seguiré usando algunos productos de Apple mientras les encuentro un sustituto que valga la pena. Es el caso del iPad el cual uso, en mayor medida, para leer libros en formato ePub. En mis dispositivos GNU/Linux uso Foliate para leer y me gusta muchísimo pero para los dispositivos móviles aún no encuentro quien reemplace a Books de Apple.
Algún día eliminaré todo el software privativo y espía de mi vida. Eso, aunque lento, está andando bastante bien.
El equipo que intervine fue un MacBook Air 2017 Intel de 13″. Un equipo con menos almacenamiento que mi teléfono celular, tan solo 128 GB de disco. No es propiamente un monstruo de máquina. Como todo lo de Apple, es más la apariencia que la funcionalidad.
Al principio pensé que decirle adiós a MacOS iba a ser más difícil. Había leído que se complicaba un poco a partir del chip M1. Empero, para los Mac Intel no existe ninguna dificultad para ponerles un sistema operativo serio. Solo debía elegir la distribución GNU/Linux que iba a usar y darle caña.
La primera distribución que instalé fue Manjaro con escritorio Gnome. Una distro muy bien concebida. Está basada en Arch y obtiene de éste último sus mejores características: seguridad y estabilidad. Lastimosamente, no pude hacer que trabajara la tarjeta de red. Lo intenté de mil formas, leí decenas de foros, hice infinidad de maromas y sencillamente no pude.
Cuando le ponía un adaptador de red externo trabajaba de maravilla pero con la tarjeta interna no. Solo funcionó un par de veces y se volvió indetectable. Decidí no gastarle tiempo a ello y cambié de distribución. La siguiente distribución a probar fue Linux Mint DE (Debian Edition). Una distribución muy bonita, ligera y funcional. Viene con entorno Cinnamon, cosa que me agrada por su sencillez y minimalismo.
Pero a los pocos días me aburrí de LMDE. Todo funcionaba bien pero me aburrí. Lo único que noté diferente es que, tal vez, con Linux Mint la batería me duraba menos. Por demás todo iba bien pero quería cambiar.
Pensando en una distribución para reemplazar a Mint llegué a Elementary OS. Una distro basada en Ubuntu (ergo Debian), liviana, intuitiva y con una estética muy similar a MacOS. Al final iba a tener una computadora MacBook, con una estética muy similar a MacOS pero con un sistema operativo más o menos decente.
Si Linux Mint es minimalista, Elementary OS lo es aún más. Es una maravilla de distribución para equipos como el que estaba interviniendo. Todo funciona como debe, la fluidez es asombrosa y el rendimiento es de no creer. Horas de uso en procesador de texto y la batería como nueva.
Si desean darle otros 5 años de vida a su vieja MacBook no duden en instalarle Elementary OS. Lo único que lamento es no haberlo hecho antes.
El proceso es tan simple que no requiere mayor explicación. Compran una copia de Elementary OS (usted decide cuánto pagar, yo pagué U$ 20). Descarga la imagen .iso. Después, usando Balena crea un disco de instalación en una USB. Cuando haya creado el disco, reinicia la Mac presionando la tecla alt (u opt) y sigue las instrucciones. En menos de 15 minutos le habrá dicho adiós a MacOS y estará usando un SO que sí vale la pena.