Guardamos nuestros archivos importantes en la computadora de otro y a eso le llamamos la nube. No se me ocurre algo más peligroso ni más estúpido. Al hacerlo, estamos compartiendo nuestra información con un desconocido que no nos cobra por usar su almacenamiento. ¿Por qué será que podemos usar su disco duro sin pagar un centavo por ello?
¡Mira, es gratis!
¿Alguna vez se ha preguntado cuánto cuesta montar una batería de servidores con miles de terabytes de almacenamiento? El número puede ser abrumador. Ahora pregúntese por qué alguien haría esa enorme inversión para que usted la use sin pagar un solo peso por ello. ¿No se le hace extraño?
Yo no lo haría. No compraría esos servidores ni invertiría en una empresa que lo hiciera, salvo que, pudiera obtener un beneficio económico por almacenar esos archivos. There Ain’t No Such Thing As A Free Lunch, No hay almuerzo gratis. Icónica frase dicha primero por el escritor Robert Anson Heinlein en su novela La Luna es una Cruel Amante y después por el Nobel de economía Milton Friedman y que podríamos interpretar como que si usted no lo paga con dinero tendrá que pagarlo con algo más valioso.
Y aquello más valioso que usted deposita en la computadora de otro son sus datos, su información, sus ideas y sus secretos. Esa información que usted cree que es solo suya se analiza, se procesa y se convierte en perfiles monetizables. Al final, usted termina convertido en una persona transparente para las grandes corporaciones de datos pues conocen su estado de salud, sus aficiones, sus proyectos, sus ingresos, su cara, su peso y hasta su cuerpo desnudo si es lo suficientemente estúpido para guardar sus fotos íntimas en la computadora de otro.
Alternativas.
Para cada canto de sirena tecnológica que nos seduce pero nos perjudica tenemos al menos una alternativa. Para algo tan contraproducente como almacenar nuestra información en la computadora de otro tenemos muchas. Para el caso se me ocurren dos:
Pagar por almacenamiento.
Desde hace un par de años pago un pequeño importe anual por los servicios de Proton. Por un módico precio obtengo varias direcciones de correo, alias de correo, calendarios, VPN, almacenamiento y gestor de contraseñas entre otros servicios. Por menos de $3 dólares mensuales me olvidé del spam, reemplacé los calendarios de Google y Apple por uno que (aparentemente) no me espía y almaceno mis archivos en una bóveda a la cual la empresa no tiene acceso (eso dicen). La VPN funciona de maravilla en mis 3 equipos y el gestor de contraseñas también.
Todo esto por menos de lo que cuesta un slice de pizza. Y no es solo Proton. Hay muchas empresas que ofrecen esos servicios por sumas que realmente bien lo valen.
Crear nuestra propia nube.
Esto requiere un poco de conocimientos pero cualquiera puede adquirirlos con algo de tiempo. No es tan difícil y puede hacerse con un teléfono viejo o con algún dispositivo como las Raspberry Pi. En Internet hay infinidad de tutoriales que nos enseñan a hacerlo.

Básicamente para crear una nube necesitamos una Raspberry Pi con disco duro (puede ser uno externo que ya tengamos en casa) y software del tipo ownCloud o Nextcloud. Para acceder a los archivos de nuestra nube de forma remota tendremos que configurar el reenvío de puertos en nuestro router y, si queremos más seguridad, configurar un certificado SSL.
Para la mayoría puede parecer un exceso de trabajo. Lo sé. Para mí también lo es. Tengo una Raspberry Pi 5 y me ha dado pereza hacerlo. Mi vida laboral cabe en un pendrive de 32 GB y sobra espacio pues en su mayoría se trata de textos y hojas de cálculo pero para una empresa puede ser una buena opción.
Para quienes definitivamente no quieren o no pueden dejar de usar la computadora de otro para almacenar la información hay una tercera vía: comprimir y proteger los archivos con contraseña. Es lo que hago en Google Drive con los archivos que no uso casi nunca pero que deben conservarse como contratos antiguos, liquidaciones, paz y salvos, cotizaciones, actas y demás. Son documentos que rara vez necesito. Algunos no se abren hace años pero debo conservarlos para manejar alguna eventualidad.
La privacidad no es algo que deban cuidar solo aquellas personas de interés público. Todos somos personas de interés para los traficantes de datos. Nuestra información personal, laboral y privada es su fuente de ingresos. Gracias a nosotros es que sus empresas dominan el Nasdaq 100. Son ellos quienes deberían pagarnos por usar nuestra información, no nosotros a ellos. No se las pongamos tan fácil.
